jueves, 17 de mayo de 2007

En esta edición: Patricia Matte




Mi padre me llamaba para que lo fuera a ver a la ostentosa casa central de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que se encuentra a menos de una cuadra de mía. No lo veía hace varias semanas, así que fui sin ninguna vergüenza. Llegué al aula magna, donde pude ver con mis propios ojos las diferencias en cuanto a infraestructura, espacios comunes (obviamente no hay un equivalente a nuestros pastos) y alumnos (97,56% pelo lays, too much, o simplemente acomodados).


A mi padre “se lo había tragado la tierra”, cosa que no me sorprendía entre tanta gente que sobrepasaba los 1.70 mt., finalmente lo encontré, lo saludé y hablamos acerca de mis notas, que afortunadamente son conversables, de mis pretensiones por suscribirme a Le monde, y sobre la razón que lo traía a estas tierras atestadas de smog, caras largas, y un par de otras cosas que se alejan de lo que con este artículo pretendo contar.


Ahí me enteré que la razón era un seminario, que organizaba la facultad de Comunicaciones y Asuntos públicos de esa casa estudiantil, que convocaba a profesores de todo el país a oír las críticas, propuestas, y proyecciones acerca de la Ley general de educación, de un panel que no puedo definir de otra forma que no sea “de miedo”. Un psicologo PUC de nombre olvidado, el adorable alcalde de La Florida Pablo Zalaquett y la señora Patricia Matte, presidenta de la sociedad de instrucción primaria, mostraron los aciertos, ambigüedades, y errores de este proyecto, que según ellos no contribuye a mejorar la educación.


El lucro y la selección fueron presentados como asuntos casi intocables, o bien, que deberían estar sujetos, así como la gran mayoría de las cosas del Estado, “a la libertad”. Asunto que personalmente considero cuestionable.


El día se tornaba noche cuando llegó el momento de las preguntas, yo con mucho gusto redacté y envié la mía, que con un poco de suerte podría ser respondida, por el personaje claramente más relevante de ese panel, la “guardiana del lucro” Patricia Matte. La Fortuna no estuvo a mi favor, pues el tiempo sólo propició una pregunta bastante general.


De este modo la periodista que actuaba como moderadora agradeció a los presentes, la gente se fue, y yo encaminé a mi padre iniciando asì mi camino a casa.


Sin embargo, no estaba contento pues mi pregunta no había sido respondida.


Regresé al aula magna, y ahí se encontraba ella. Yo me acerqué, esperé que despachara a un señor (de la “Alta Zoociedad”, como en “La Nación Domingo”) y acudí a ella planteándole mi inquietud sobre qué tanto había tomado en cuenta las estadísticas que mostraban la casi absoluta preponderancia de la educación pública en los países con más altos estándares de calidad, donde las excepciones Bélgica y Australia que presentan casi una igualdad entre públicos y privados subvencionados, que no pueden seleccionar en educación básica ni lucrar.


Ella me manifestó que sí estaba al tanto, pero que Chile no estaba en la misma situación que esos países, pues se encontraba en un proceso en transición por mejorar la educación, del cual la LGE no era la real solución, pues asuntos como el lucro no son lo primordial. Sobre éste me explicó su posición, que en mí generaba dudas, pues una presidenta de una organización sin fines de lucro defendiera su obtención me parecía extraño.


Lo que la señora Matte defendía no era la utilidad en sí, sino más bien la libertad de un sostenedor para decidir que opción tomar, aunque sujeto a una mayor y mejor fiscalización, cosa que el mensaje de la presidenta no dejaba claro.


Hizo hincapié de que lo primordial era mejorar la educación, y que para ello trabajaba en un proyecto alternativo de ley, pues siguiendo con su pensamiento, su objetivo era mejorar de una vez por toda la educación en Chile.


¿Es esto entonces el inicio de una UDI constructiva? ¿Por qué no lo fueron con el Transantiago?. Sobre lo primero me respondía afirmativamente, y sobre el transantiago, agradeció a Dios por no viajar en ese sistema que consideraba, si es que mi memoria no falla, como “insostenible”. También me manifestó sus deseos del regreso de las amarillas, frente a lo cual le pedí que me aclarara si eran las amarillas o sus recorridos. Claramente era lo segundo.


Así comenzamos a salir de aquellas dependencias, de las cuales, afortunadamente, no estoy adscrito , con la gratificante sensación de haber conseguido mi propósito-hablar con “la guardiana del lucro”- sin mucha vergüenza, y de haber dado comienzo, por medio de esta publicación, a mi primer blog.


Espero que les guste, de lo contrario manifiéstenlo a modo de mejorarlo. Nos vemos. Xau



2 comentarios:

Pumba dijo...

Siendote bien franco, yo no estoy de acuerdo con que se termine el lucro, pero si de que se regule y se regule bien.
Hay que ser realistas. La subvencion del E° no alcanza.
Yo creo que si uno es capaz de generar un colegio bueno, que tenga un porcentaje enorme de reinversion (por ejemplo, que de todas las cuotas, que el 80% se reinvierta en el colegio) y que sea directamente proporcional a la calidad y a la educacion que generas, puedes tener un pequeño lucro, que sea determinado por el estado y fiscalizado por un organo eficiente.

Saludos colega desde la PUC

Ab Z dijo...

No voy a emitir comentarios sobre Matte y sus UDI-constructivos (pienso en Derrida, jeje).

Un par de elementos de redacción y acentos, letra más oscura, y todo pulento.

Salud, monsieur.
Ayer te perdiste la Grande (como Hites) de la casa de Chiri y posteriores.